Siempre se ha dicho que la empresa que mejor se adapte a las innovaciones o la que consiga estar a la vanguardia de la tecnología, no solo ahorrará costes, sino que será más productiva y generará un mayor valor de negocio pero, ¿es esto obligatorio?
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Ninguna empresa quiere dejar pasar la última innovación útil para poder ofrecérsela a sus clientes, consiguiendo de esta forma posicionarse mejor entre las de su sector, estando siempre un paso por delante de sus competidores.
Sin embargo, dado el ritmo actual del cambio tecnológico, ¿cómo sabes que la próxima tendencia revolucionaria no va a ser una mera distracción costosa? A la hora de decidir dónde y cuándo invertir en tecnologías hay que tener en cuenta una serie de factores.
Factores de decisión para implantar una nueva tecnología
Son varias las preguntas que podemos hacernos como responsables de una empresa a la hora de decidir si apostar o no por una nueva tecnología:
- ¿Favorece la experiencia de cliente?: Conoce los puntos de dolor más grandes de sus clientes y evalúa si la nueva tecnología los alivia.
- ¿Aumenta el servicio al cliente?: Cualquier nueva tecnología debe mejorar materialmente el servicio al cliente. Introducir algo nuevo debería permitir una mejor entrega de los componentes básicos de tu promesa de marca.
- Crea una experiencia diferenciada y personalizada para el cliente: La tecnología debe crear una experiencia de compra única para cada cliente, si la tecnología que te planteas es capaz de conseguirlo conviene aplicarla.
Además de estos criterios, no hay que obviar el coste de la innovación a aplicar, por lo que además de validar su utilidad es necesario realizar una evaluación económica de coste-beneficio.
Por lo tanto, una vez que valoremos todo ello y dependiendo de cuáles sean las variables obtenidas, será el momento de decidir si a nuestra empresa le conviene o no dar ese salto tecnológico.
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