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La presión por los resultados inmediatos y la alta incertidumbre conducen a las empresas a tomar decisiones con la mirada puesta en el corto plazo. Sin embargo, en un contexto de cambio exponencial como el actual, esto sitúa a las compañías en una posición de alta vulnerabilidad, haciéndolas cada vez más frágiles y poco preparadas para reaccionar ante potenciales disrupciones o eventos externos y poco conectadas con las nuevas demandas y valores de la sociedad.

El resultado es demoledor. Si en los años 50 la vida media de las empresas era de 61 años, en 2020 esa cifra se había reducido hasta los 15 años y en 2024, según los datos de Informa D&B, la esperanza de vida media de las empresas es de tan sólo 8 años. A medida que la velocidad y el alcance de los cambios aumentan, las empresas pierden capacidad de supervivencia.

Si los datos son tan drásticos, ¿por qué tan pocos directivos incorporan el largo plazo en su pensamiento estratégico? La respuesta es sencilla: porque todavía pensamos en el futuro con las claves del pasado, intentándolo predecir. Y como es imposible predecirlo, se prefiere obviar la necesidad de incorporarlo como punto clave en la toma de decisiones estratégicas de la compañía.

Pero precisamente en este escenario volátil, se vuelve cada vez más importante que las organizaciones piensen a largo plazo para diseñar soluciones y estrategias más robustas, adaptables y preparadas para los desafíos del futuro. Ese es el objetivo de Strategic Foresight, la disciplina que instituciones como la OCDE, la OTAN o el World Economic Forum y empresas como Disney, McDonalds, Ferrovial o BBVA utilizan para mejorar su toma de decisiones, mirando al futuro pero actuando en el presente.

Desde Steering Futures, la primera consultora de habla hispana especializada en Strategic Foresight, se identifican cinco amenazas que ya podemos detectar hoy y que tienen el potencial de impactar de lleno en las empresas europeas dentro de unos años: una posible pandemia tecnológica, promovida o no por potenciales ataques cibernéticos cada vez más organizados y lesivos; las tensiones geopolíticas a nivel mundial y la posición de vulnerabilidad en la que se encuentra Europa, especialmente si no aborda la crisis de identidad que sufre actualmente; los riesgos de autoabastecimiento energético y alimentario derivados de una transición ecológica acelerada; el impacto que los nuevos desarrollos tecnológicos como la inteligencia artificial y la robótica tendrán en el procesamiento cognitivo y bienestar socioemocional de toda una generación (hoy menores de edad); y la crisis demográfica, marcada por la inversión de la pirámide poblacional y los flujos migratorios, que suponen un reto a nivel social, económico y cultural.

Todos ellos son factores que obligarán a las empresas a afrontar potenciales tensiones relacionadas con la cadena de suministros, la recesión económica, la inestabilidad política y social, o la renovación y fidelización de un talento cada vez más escaso y con nuevas demandas y valores. Tal y como destaca Isabel de Salas, co-fundadora y directora general de Steering Futures, "no se trata de predecir el futuro, sino de detectar señales de cambio y anticipar escenarios que eventualmente podrían ocurrir, para desarrollar estrategias que nos permitan afrontarlos con mayor solidez, o incluso minimizar su probabilidad de ocurrencia".

Pese a que el entorno y el momento histórico plantearán grandes retos a las organizaciones, Strategic Foresight abre la puerta a una nueva mentalidad que permite no sólo capitalizar las oportunidades que puedan surgir en un futuro, sino también crearlas. La clave es plantear cómo puede la organización aportar valor en cada uno de los escenarios de futuro posibles, y si a día de hoy no está preparada para hacerlo, aprovechar el tiempo ganado para hacer los cambios oportunos.

"El entorno es el que es, pero precisamente la parte humana puede darle la vuelta y aportar valor. Es importante que las empresas se planteen dónde quieren estar dentro de diez años, las barreras que tienen que superar para conseguirlo o las tendencias que les pueden impulsar hacia el cambio que quieren lograr", afirma de Salas.

Aplicar Strategic Foresight a nivel corporativo aporta una ventaja competitiva a las compañías. Según el estudio 'Corporate Foresight and Its Impact on Firm Performance: A Longitudinal Analysis', las organizaciones con una cultura de prospectiva estratégica obtienen un 33% más de rentabilidad y hasta un 200% de crecimiento a medio plazo superior a la media de su sector.

Intentar predecir lo que ocurrirá resulta imposible, pero mirar sólo el corto plazo es un riesgo demasiado alto. Por ello, es fundamental atreverse a incorporar el futuro en la labor estratégica y utilizar nuevas herramientas para que las organizaciones sean capaces no sólo de hacer frente con solidez a los desafíos del futuro, sino también de vislumbrar las oportunidades futuras que quieren construir desde hoy.

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