Dirigir y liderar son conceptos muy diferentes. El 60% de los españoles consideran que cuentan con un mal jefe, según el 'Estudio de Tendencias en Recursos Humanos 2023', elaborado por la compañía de beneficios sociales para trabajadores Sodexo
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En un mercado laboral cada vez más dinámico y exigente, ambos roles, el jefe y el líder, son esenciales para el funcionamiento de las organizaciones. Sin embargo, sus enfoques y resultados distan mucho entre sí, especialmente a la hora de definir la imagen que desean transmitir a su equipo. Expertos de Deusto Formación enumeran las cualidades que diferencian a un jefe de un líder y cómo estas figuras pueden impactar en el ambiente laboral y en el crecimiento a largo plazo de las empresas.
Tradicionalmente, las funciones de un jefe están enfocadas a la supervisión y el cumplimiento de las tareas, manteniendo el control y la autoridad entre sus empleados. Mientras tanto, un líder debe inspirar, motivar y guiar a su equipo para alcanzar objetivos comunes, fomentando un ambiente de colaboración. ''El jefe 'lidera' un grupo de trabajo; el líder, lidera un equipo de trabajo. Un grupo de trabajo no da valor a una empresa, un equipo de trabajo, sí''. De esta forma resume Carlos Sabaté, docente del Curso de Empowerment y Liderazgo de Deusto Formación, la principal diferencia entre ambas figuras.
El 91% de los españoles considera que tener un buen líder es clave para estar cómodo en el trabajo. Esta es otra de las conclusiones del 'Estudio de Tendencias en Recursos Humanos 2023' de Sodexo. ''Los líderes son muy apreciados porque son los únicos que pueden gestionar equipos de trabajo. No debemos olvidar que los equipos de trabajo crean sinergias, es decir, que su rendimiento es mayor que en los grupos de trabajo. Esto aporta un valor diferencial a la organización, que puede ser la variable que haga que esta permanezca y crezca en un entorno altamente competitivo'', afirma el experto de Deusto Formación.
Según este mismo estudio, las cualidades más valoradas en un o una líder son una buena comunicación con el equipo, la empatía, la accesibilidad y transparencia, así como su capacidad para liderar demostrando confianza. Como afirma Sabaté, ''un líder debe tener inteligencia emocional, ser creativo, buen gestor de conflictos y tener una gran capacidad para asumir riesgos. También debe mostrar habilidades comunicativas, empatía, adaptación al cambio y resiliencia''.
Poner en práctica un buen liderazgo implica desarrollar una serie de habilidades que van más allá de gestionar tareas o personas. En primer lugar, implica tener una visión clara de futuro, saber trazar un plan estratégico orientado a objetivos y adaptarse a los cambios. La capacidad para comunicarse de forma clara y efectiva también es fundamental, de forma que transmita sus ideas y expectativas, al mismo tiempo que escucha y valora las opiniones del equipo. Por último, un líder ha de ser capaz de inspirar y motivar a su equipo, mientras entiende y valora sus emociones, lo que permite crear un ambiente de trabajo positivo.
Según Carlos Sabaté, ''todo el mundo está capacitado para convertirse en un líder. Se trata de aprender a través de una buena propuesta formativa''. Este es el objetivo de formaciones como el Curso de Empowerment y Liderazgo de Deusto Formación, que impulsará a los interesados a desarrollar sus habilidades de comunicación y negociación, la gestión del talento, el liderazgo transformacional y el desarrollo de competencias directivas. Con todo ello, los jefes podrán abandonar su rol tradicional en la oficina para convertirse en los líderes que demandan sus equipos.
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