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El verano puede parecer un momento poco recomendado para poner en marcha estrategias de venta, pero lo cierto es que muchas empresas aprovechan esta época para mejorar su sitio web, sus procesos y planificar las acciones que implementarán a partir de septiembre. Eso sí, los contactos en verano se hacen casi en exclusiva por mail, sustituyendo a las llamadas y visitas, por eso es importante que aprendamos cómo redactar emails que vendan, para que estas vacaciones sean un periodo rentable, y no sólo de descanso.
Luis Monge Malo, experto en ventas B2B, nos da unos consejos sobre cómo tienen que ser esos mails de venta para que nadie pueda resistirse a contestarlos, aunque los lean desde la playa más paradisíaca.
En un mundo con bandejas de entrada llenas de correos sin leer, lo último que le apetece a alguien tras hacer clic en un asunto es encontrarse con un muro de texto. No apetece lo denso, da pereza y hasta ansiedad, por lo que lo primero que tienes que hacer si quieres que el correo que estás enviando sea leído es eliminar todo lo que no sea imprescindible para transmitir tu mensaje.
Además de la brevedad, conviene no enrollarse con presentaciones o dando vueltas para decir lo qué quieres conseguir. Si ese mail tiene un objetivo comienza con él. Si quieres tener una reunión, invitar a una webinar o cumplir cualquier otro objetivo, ve al grano y comienza directamente con tu propuesta. Esto hará que al destinatario no solo no le de pereza si no que inconscientemente le entre ‘premura’ por decidir si acepta o no y, por consiguiente, por responder.
Piensa en el mensaje que quieres hacer llegar y plásmalo en dos frases. Una vez conseguido, resúmelas. Si nuestro receptor se encuentra con un email que se puede leer con un golpe de vista, es posible que nos lo agradezca de la mejor manera, contestándolo.
Quizás te parezca obvio, pero se suele olvidar: no puedes ver a alguien que no te abre la puerta, hablar con alguien que no contesta al teléfono, ni esperar la respuesta de alguien que no hace clic en tu asunto. Escribe un mal asunto y estás muerto. Si el asunto llama la atención abriremos el correo. Al igual que todo lo contrario si no cumple este requisito. Ejemplo de ello es que la tasa de apertura se multiplica en aquellos correos que no llevan asunto o tienen un asunto con una falta de ortografía, por la sencilla razón de que se percibe como no comercial. Si el asunto resume muy bien lo que queremos transmitir, puede hacer que incluso sin leerlo ya quieran responderlo.
El experto en ventas y marketing, Luis Monge Malo, considera que “las firmas en los emails son puro ego corporativo, no aportan nada en la venta”. Muchas veces se usa para poner una lista interminable de iconos de redes sociales e incluso decoraciones que además de innecesarias aportan una sensación de “sobrecarga” al mail. Hay que ir al grano, no hacer de la firma un catálogo de servicios.
¿Y qué decir de esos que incluyen esa parrafada de “por favor, no imprimas este correo”? Ocupa espacio y el destinatario ya sabe que imprimiendo se gasta papel.
No poner un “gracias'', o ahorrarse el “Perdona que te moleste” puede resultar radical, pero la idea es simplificar el mensaje al máximo. Todo lo que sea redundante o no nos lleve a ir directos al grano, sobra.
En la época que vivimos la mala educación está en enrollarse y ser aburrido, no en no incluir fórmulas robotizadas que todos sabemos que no significan nada.
No las cometas… salvo que lo hagas a propósito.
Según cómo lo hagas, las faltas de ortografía pueden transmitir una imagen de falta de profesionalidad que haga que nadie quiera hacer negocios contigo, o el tono de relax y descuido ideal para crear cercanía y confianza.
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