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Las empresas están en constante desafío. Lo han estado siempre, pero tras años que han sido verdaderamente difíciles y que han afectado en menor o mayor medida a todas las compañías españolas, aunque ahora tengamos, al parecer, un mejor panorama económico, sus responsables son más conscientes de la importancia que tiene estar alerta del entono, para estar pendiente de posibles oportunidades, pero sobre todo, para tratar de evitar futuros riesgos.
Según explica Gonzalo Martínez de Miguel, director de INFOVA, entre las funciones del directivo, siempre debe estar presente la observación de todo lo que le rodea y que afecta a la buena marcha de su compañía, el comportamiento de sus clientes, el de la competencia, los avances en su sector, etc. Pero además son necesarias otras habilidades derivadas del momento actual en el que vivimos.
- Saber moverse en un entorno social incierto: Habrá elecciones en menos de 4 años, no las habrá, cuánto durará el gobierno, qué reformas se realizarán y cuáles se derogarán… La inestabilidad política, tanto española como mundial, afecta a las empresas a la hora de poner en marcha nuevos proyectos o tomar decisiones importantes, que afectan tanto al futuro de sus trabajadores como a la supervivencia de la empresa. El cambio ya no es una situación transitoria que dejará paso a una etapa de estabilidad. La actitud que se exige a los directivos es otra. El cambio no es la excepción, ahora es la norma. A los directivos nos toca aceptar que todo está en movimiento, que la realidad es dinámica y las reglas del juego pueden cambiar en cualquier momento. La clave es aprender a disfrutar de esa inestabilidad en lugar de sufrirla. Trabajar la serenidad a través de prácticas de meditación será cada vez más frecuente.
- Adaptación digital: Todas las empresas han comenzado un camino hacia la digitalización, desde las compañías, hasta incluso comercios de toda la vida. Los directivos tienen que saber adaptar sus proyectos y sus estrategias en este aspecto. La revolución digital ya es parte del pasado y algunos directivos aún no han terminado de aceptarla. Cada empresa en su medida, buscando la eficacia, tiene que encontrar la respuesta digital más inteligente para él y para su negocio.
- Control emocional. Y en este mundo en el que cada vez se da más importancia a las emociones, a la manera que tenemos de gestionarlas, para encontrar el equilibrio entre nuestro bienestar mental y nuestro entorno laboral. Un buen directivo no puede permitirse ser un analfabeto emocional. Detrás de cualquier proceso organizativo que afecte a las personas ya sea feedback, gestión de conflictos, procesos de delegación,…, se mueven mucha energía emocional que tienen que ser gestionada con inteligencia. El proceso de autoconocimieto del directivo también es una clave importante. Es difícil entender a otras personas si no somos capaces de entendernos a nosotros mismos.
- No dejar de formarse: Un buen profesional nunca deja de aprender, pero en la actualidad se exige a los trabajadores que adquieran nuevas competencias cada vez más rápido. Todos estamos en cambio y evolución. Creer que ya hemos aprendido todo lo que necesitamos para ser grandes profesionales no tiene sentido. El mundo genera una cantidad de conocimiento que exige de nosotros una actitud real de apertura y aprendizaje.
- Adaptarse a horarios más flexibles: La racionalización de los horarios es uno de los asuntos más puestos sobre la mesa en los últimos tiempos. Poco a poco se va dando más relevancia a las voces que abogan por la conciliación de la vida laboral y familiar, la racionalización de horarios, reducciones de jornada, etc. El directivo debe gestionar este aspecto. El "presencialismo" sin mucho sentido práctico cada vez es más cuestionado. Los profesionales, aun estando muy comprometidos, están demandando una mejor organización de la jornada que les permite disfrutar de su tiempo libre y atender otros compromisos no profesionales.
- Liderar equipos deslocalizados: Las nuevas oficinas superan los muros tradicionales y los empleados de una empresa, pueden llegar a trabajar desde cualquier parte del mundo. El fomento de la internacionalización de las empresas ha traído esta consecuencia, a la que los directivos deben adaptarse. Dirigir equipos deslocalizados exige un nivel de madurez en las personas que no siempre está disponible. Además habrá que generar hábitos nuevos de comunicación y de trabajo cooperativo que permita estar conectados y alineados a pesar de estar distantes.
- Saber gestionar la diversidad en los equipos: Al igual que se extiende la diversidad de razas, religiones, en las ciudades lo hace en los entornos laborales. La diversidad es fuente de beneficios para la empresa por que los mejores equipos suelen ser dispares en género, en edades, en formaciones y en puntos de vista. Hacer equipos demasiado homogéneos es una forma de empobrecerlos. La verdadera diversidad es la de los diferentes puntos de vista. Saber valorar la opinión divergente la mirada diferente que aporta algo diferente al equipo. Esta aceptación de la diversidad se entrena desde un lugar consciente.
Por último, Gonzalo Martínez de Miguel explica que los directivos españoles, son profesionales que se mueven bien en la incertidumbre y en entornos poco configurados. Son más flexibles a la hora de cambiar de planes y se adaptan mejor a las nuevas estrategias a seguir, cuando los resultados no son los esperados. Son más atrevidos, incluso osados, en sus planteamientos, en situaciones en las que otros adoptan posturas más tradicionales, por este motivo, creo que estarán muy bien capacitados para superar los retos que depare el futuro.
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