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Ya ha comenzado la cuenta atrás para la celebración del examen MIR 2018. El próximo 10 de febrero más de 14.000 graduados en Medicina optarán a ocupar una de las 6.513 plazas ofertadas, de las cuales solo 63 serán para aquellos que opten por la especialidad de medicina del trabajo. Este reducido número de plazas evidencia el principal reto al que se enfrenta actualmente esta área médica: la satisfacción de la tasa de reposición de especialistas. El déficit de profesionales de la medicina del trabajo en España requiere que este incremento de puestos vaya mucho más allá de las mermas por jubilación.
El hecho de que, probablemente, la especialidad de la medicina del trabajo sea una de las más reguladaspor parte de las administraciones sanitaria y laboral, incide en gran modo en la necesidad de incrementar el número de estos profesionales sanitarios en España. Los datos cuantitativos nos muestran con claridad este hecho: partiendo de las ratiosque exigen dichas normativas y para una población laboral de 18.000.000 de trabajadores, contamos con apenas 4.000 especialistas activos. Esta cifra resulta totalmente insuficiente, más aún si tenemos en consideración que cada año se jubilan unos 400 especialistas, mientras que la media de plazas de MIR ofertadas en cada convocatoria ronda las 60. La incierta financiación parece ser la razón fundamental de esta carencia, pese a que, además, existen 159 plazas acreditadas de médicos del trabajo en las unidades docentes de todo el país.
Los profesionales médicos, los estudiantes de MIR y la sociedad, en general, deben ser conscientes del papel fundamental que juega la medicina del trabajo. Y es que la relevancia de nuestra especialidad se corresponde con la finalidad última de la misma, que consiste en incidir positiva y lo más precozmente posible en los denominados determinantes de la salud, tanto de los trabajadores como de las organizaciones, o de la población laboral en su conjunto. En definitiva, busca mejorar la salud de las personas que desempeñan su trabajo en el seno de organizaciones saludables que les permitan desarrollarse y poder utilizar plenamente todo su potencial profesional y personal.
Con este objetivo, desde las unidades básicas de los servicios de prevención, en colaboración con los técnicos de prevención de riesgos laborales de las empresas, los médicos de trabajo desarrollamos actividades para el fomento de conductas de vida saludables. Además de esta labor, somos responsables de otra serie de funciones como la promoción de programas sanitarios frente a patologías prevalentes, la participación en la identificación y evaluación de riesgos o el diseño de actividades de vigilancia y control del estado de salud. Por otra parte, también diagnosticamos problemas de salud relacionados con el trabajo y proporcionamos la asistencia médica necesaria para el diagnóstico, tratamiento y seguimiento de las enfermedades relacionadas con el ámbito laboral o que pudieran verse agravadas por el mismo. Cabe considerar que a todas estas funciones se le añaden, según el sector o ámbito de actuación al que pertenezca la organización en cuestión, actividades de gestión y asesoramiento, de investigación o de formación y docencia.
Partiendo de la base de la importancia de la medicina del trabajo para las organizaciones y la sociedad en su conjunto, hacemos un llamamiento a la necesidad de su promoción y dignificación como una especialidad médica claveen nuestro sistema sanitario. Para ello, proponemos iniciativas imprescindibles, como una financiación de la formación MIR igual que la del resto de áreas médicas o el incremento sustancial de la oferta de plazas en las próximas convocatorias. Asimismo, consideramos fundamental subrayar la puesta en valor de la aportación que supone la actividad sanitaria realizada por los servicios de prevención (públicos o privados, propios o ajenos) y por los profesionales de la medicina del trabajo hacia las personas, las empresas y la sociedad.
Otra acción concreta que, quizá, pueda contribuir a esta concienciación consiste en la elaboración de estudios y análisis rigurosos que estimen el retorno de la medicina del trabajo. Empleando términos tanto de ahorro de costes como de mejora de indicadores de la salud de la población laboral, podremos dar a conocer al conjunto de la sociedad el valor que aporta nuestra especialidad al sistema sanitario español. Además, es necesario hacer comprender a los directivos y gestores de las organizaciones que la prevención de riesgos laborales, en general, y la medicina del trabajo, en particular, no son un gasto, sino una inversión. Y es que la realización de reconocimientos médicos no es un fin, es un medio para cuidar adecuadamente la salud colectiva que, a su vez, permitirá desarrollar programas de intervención efectivos y eficaces en las empresas. En esta línea, tenemos que recordar que el desarrollo del artículo 38 del Reglamento de los Servicios de Prevención RD 39/1997, en el que se establece la colaboración de los servicios de prevención con el sistema nacional de salud, sigue siendo una asignatura pendiente.
Finalmente, cabe elogiar el rol imprescindible que desempeñan las sociedades científicas de la especialidad y la Comisión Nacional de Medicina del Trabajo en la actualidad. Podemos presumir de contar con unos profesionales con una formación envidiable fuera de nuestras fronteras, hecho que se hace patente en altísimo nivel científico y de investigación de las actividades formativas y de los congresos de medicina del trabajo.
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