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La sostenibilidad es una de las claves en la diferenciación de las empresas en pleno siglo XXI y, aunque este concepto no es nuevo, pues data de finales de los años 90, está experimentando un impulso mayúsculo en la actualidad. Esta preocupación se ha trasladado desde los gobiernos y la sociedad, hasta las empresas que lo han integrado de forma natural en su núcleo de actividad.
Dentro de ese marco de compromiso se enraízan diferentes estrategias de las organizaciones encaminadas a poner en marcha planes concretos que les permitan avanzar. Una de esas estrategias es la de la economía circular, un concepto económico que se interrelaciona con la sostenibilidad y cuyo objetivo es que el valor de los productos, materiales y recursos se mantenga en la economía durante el mayor tiempo posible, reduciendo al mínimo la generación de residuos. Aquellas organizaciones comprometidas con estas iniciativas colaboran en la implementación de una nueva economía, -no lineal-, basada en el principio de ''cerrar el ciclo de vida'' de los productos, servicios, residuos, materiales, agua y energía. De forma que la economía circular es la intersección de los aspectos ambientales y económicos.
La economía circular propone un nuevo modelo de sociedad que utilice y optimice los stocks y los flujos de materiales, energía y residuos y su objetivo es la eficiencia del uso de los recursos. Ya que los residuos de unos se convierten en recursos para otros. La economía circular consigue convertir nuestros residuos en materias primas, paradigma de un sistema de futuro. En AENOR llevamos muchos años trabajando en este ámbito, de hecho hace dos años presentamos un esquema para dar respuesta a los retos que se le presentan a las organizaciones para decidir qué ámbitos de la economía circular son prioritarios en su actividad, denominado 'Modelo de Gestión de la Estrategia de Economía Circular', y que facilita a las organizaciones referencias de certificación para determinar la relevancia de los aspectos que deben de abordar en este sentido, de una forma ordenada y que les permita determinar a qué principios internacionales de economía circular se contribuye con ello.
Desde el punto de vista legislativo la UE en el año 2015 aprobó sus directrices en este sentido, tanto en el ámbito general como para los sectores que se han considerado prioritarios (agroalimentario, construcción, plástico, etc.). Además, los Estados miembro, como España y las Comunidades Autónomas, han ido aprobando sus estrategias particulares donde concretan los objetivos que hay que lograr, sectores determinados como prioritarios y las acciones que hay que seguir.
Uno de ellos, como mencionaba previamente, es el sector del plástico, afectado especialmente por la Ley 7/2022 de residuos y suelos contaminados, que entró en vigor en enero de este año y que trae consigo un nuevo impuesto que está gravando el uso de plástico no reciclado en aplicaciones de envase y embalaje no reutilizables. Los plásticos y sus residuos son muy valiosos. Conocedores de esta situación, desde AENOR trabajamos desde hace años para facilitar a la industria herramientas que garanticen la aplicación de los principios de la economía circular de los plásticos, permitiendo diferenciar sus productos y comunicar su compromiso.
La entrada en vigor de la nueva ley supone que las organizaciones que trabajan con plásticos tendrán que demostrar que una parte, o la totalidad, de este material utilizado es de origen reciclado para poder reducir o evitar este impuesto. El pago del impuesto aplica a empresas transformadoras de plásticos, fabricantes de plásticos no reutilizables como los envases y embalajes, y a aquellas empresas importadoras de sectores de gran distribución, logística, industria textil, automovilística, petroquímica que incorporan plásticos sujetos al impuesto (blisters, retractilados, bandejas, etc.). Se aplica un tipo impositivo de 450 € por tonelada, lo que puede suponer un impacto económico importante para estas empresas.
Los certificados AENOR de trazabilidad y contenido en plástico reciclado permiten a estas organizaciones no solo beneficiarse de las ventajas fiscales incluidas en la Ley 7/2022, sino también una diferenciación competitiva como empresa comprometida con la sostenibilidad del sector y la economía circular.
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