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Vivimos un entorno cambiante. La forma en la que nos relacionamos, compramos, en definitiva, vivimos, está cambiando y ha cambiado. La crisis originada por el COVID-19 ha traído consigo un cambio significativo en todos los entornos y más, si cabe, en el empresarial. Las compañías han tenido que adaptarse a unos nuevos hábitos de consumo, a formas diferentes de trabajo y, en definitiva, a un escenario de crisis sanitaria que ha desembocado en nuevos hábitos y en los que la tecnología más presente que nunca. Tal y como destaca Jordi Damià, CEO de Setesca y profesor de EADA Business School, ya nada volverá a ser como antes de la crisis, “el mundo entrará en una “nueva normalidad” y la organización de las empresas se verá afectada por la pandemia incluso después de ser superada.
Diferentes modelos relacionales, la reducción de costes y la necesaria implantación de modelos de comunicación digital, definirán modelos de relación y de gestión con clientes, proveedores y terceros mucho más estructurados. Esos modelos estarán más basados en el dato que en la relación personal y por lo tanto más allá de la propia digitalización supondrán un gran impacto en la forma de comunicarse. Uno de los impactos más importantes a tener en cuenta por su impacto en los resultados se dará, según Jordi Damià, en la gestión de relaciones comerciales donde la mayoría de redes comerciales que hoy se basan en la cobertura geográfica, deberán replantearse. También en la relación con los empleados, donde el teletrabajo cambia la dimensión e importancia de las competencias y habilidades tradicionales. Y donde los empleados deberán ser más independientes, más flexibles, más concretos y concisos en su forma de trabajar y evidentemente las tecnológicos.
Según el profesor Jordi Damià una de las principales tendencias que marcarán esta nueva era será la flexibilización de las posiciones, en detrimento de la contratación fija de colaboradores. De esta manera se potenciará la llamada “Gyg-economy”, es decir, la realización de trabajos esporádicos de duración corta y en los que el contratado efectúa una labor específica dentro de un proyecto. Este modelo de relación laboral, constituirá la tabla de salvación de muchos profesionales estarán desempleados, y que verán en este modelo profesional una buena alternativa de desarrollo profesional.
Sin duda y, tal y como sostiene el experto Jordi Damià, la crisis ha impuesto un modelo ágil de gestión organizativa basado en una toma de decisiones rápida. Y la revisión y adaptación constante de los planes estratégicos. Con la implantación del teletrabajo, muchas empresas se han visto forzadas al establecimiento del modelo de gestión por objetivos, en detrimento de los modelos basados en la presencia física en el lugar de trabajo. Todo esto implica un desarrollo tecnológico adecuado y adaptado y la consecución de metodologías ágiles y orientadas a la gestión.
Aparte del aumento del nivel de automatización, las empresas querrán ser más flexibles en sus estructuras de costes. Intentarán recuperar la producción de sus componentes básicos fabricados en otros países. Y, además, dado el grado de incerteza del estado del mercado, de los hábitos de los clientes e incluso de nuevos proveedores que pueden aparecer, Se crearán formas de gestión con una revisión constante del modelo de negocio y de los procesos más importantes. Esto impactará directamente en el tipo de perfiles directivos necesarios, en los modelos de toma de decisiones, potenciándose aquellos directivos que sepan entender y aprovechar las posibilidades de la tecnologia, aquellos con mucha orientación a la innovación y al mercado y aquellos que sepan adaptar muy rápidamente la estrategia y las estructuras de la empresa a cambios rápidos de entorno.
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