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Tras presentar el programa ‘España 2050’, quedaron visibles una serie de propuestas del Gobierno de España para el desarrollo del país en los próximos 30 años. Un documento en el que han participado diversas instituciones y sectores sociales, y en el que se aprecia la creación de nuevas formas de empleo en sectores en pleno desarrollo, especialmente en el ámbito tecnológico. De esta manera, estos nuevos empleos - como pueden ser los ‘entrenadores de avatares de videojuegos’ o los ‘jardineros de Minecraft’-, pueden consolidar una nueva economía de cara al 2050.
Para entonces, se espera que habrán nacido cientos de miles de proyectos tecnológicos empresariales en España -es decir, start-ups-, que configurarán un panorama empresarial diferente al que existe ahora. Sin ir más lejos, este 2021 ya está batiendo récords en lo que respecta a la financiación de este sector en el panorama nacional.Los inversores han desembolsado más de 1.800 millones de euros en un año en el que también se espera una lluvia de millones del fondo de recuperación europeo.
Según Pascal Bourbon, profesor de TBS en Barcelona en emprendimiento, e inversor y socio fundador de Netmentora, “sin duda, la pandemia ha sido un catalizador en muchos modelos de negocio debido a los cambios de hábitos de los consumidores y de las personas en general durante los periodos de confinamiento”.
De esta manera, la financiación de start-ups en fase semilla o que empiezan a crecer (las llamadas rondas de ‘serie A’) se encuentran “en auge”. Bourbon recuerda que una gran parte del importe de la financiación de este año se debe a una sola ronda de inversión, la serie F de Glovo por un importe de 450 millones de euros a finales de marzo.
Aún con la lluvia de millones y la disposición de los inversores apostar por nuevos modelos de negocio, desde TBS en Barcelona también se hace una llamada a ser conscientes de la complejidad y los compromisos que se adquieren cuando una empresa recibe inversión externa. Bourbon alerta que, antes que nada, el potencial humano es esencial para tirar adelante una start-up: “El peor pecado sería no fichar gente de gran talento para implementar una estrategia de desarrollo y sostener el crecimiento del proyecto”, al tiempo que advierte de los compromisos que se adquieren con aquellas entidades que han ayudado a la capitalización del proyecto: “El otro pecado sería el de no tratar a los inversores que apostaron por la empresa con total transparencia y de manera equitativa”.
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