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En palabras del Banco de España, la educación financiera tiene como fin comprender el funcionamiento, los riesgos y las oportunidades que ofrecen los productos financieros que una persona contrata, ya sea una cuenta, tarjeta, hipoteca o plan de pensiones, y ser capaz de tomar decisiones financieras informadas en consecuencia.

El campo de las finanzas puede parecer de una complejidad extrema para aquéllos que nunca se han acercado a conceptos económicos básicos o para los que siempre experimentaron pavor por las matemáticas. Sin embargo, hay que enfocar la formación financiera desde el punto de vista del impacto positivo que ésta puede tener sobre nuestras vidas: nos aporta la tranquilidad de saber que estamos gestionando bien nuestro dinero. Toda decisión que tomemos sobre nuestro capital estará correctamente fundamentada, adoptaremos acciones efectivas para mejorar nuestro bienestar financiero y sabremos siempre a dónde acudir en caso de duda.

Pero, a pesar de ser los conocimientos financieros un elemento indispensable con el que todo joven debería contar al empezar su vida adulta, algunos informes como el PISA (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes) 2015 sobre Competencia Financiera determinan que 1 de cada 4 niños españoles son incapaces de entender una factura, reconocer los principales productos financieros o usar una tarjeta de crédito. Una carencia formativa que no ayudará a prevenir los abusos que se produjeron previo a la crisis de 2008 cuando los bancos colocaron a los clientes productos que no se correspondían con sus perfiles de riesgo.

Y si unimos el desconocimiento con la visión negativa sobre las condiciones económicas del futuro, la necesidad de aprender a gestionar nuestras finanzas se acrecienta. Según estudios recientes, el 80% de los españoles piensa que el futuro implica un empeoramiento de su condición: se ven más viejos, más pobres y con menos garantías, dejando pasar la oportunidad de decidir quién ser y cómo vivir. En España, la situación es muy similar.

Por este motivo, y siguiendo las recomendaciones de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), España y otros países de su entorno han puesto en marcha el desarrollo de estrategias nacionales de educación financiera desde 2008. No obstante, es difícil que estos planes lleguen a calar del todo en la sociedad sin contar también con entidades formativas privadas que contribuyan a la concienciación sobre la necesidad de adquirir conocimientos en finanzas, pues estos son necesarios en todas las etapas vitales.

Si eres emprendedor, la educación financiera te permitirá gestionar eficientemente tu negocio y a ser más competitivo. Si tienes proyectos personales o familiares, te ayudará a llevarlos a cabo enseñándote a manejar un presupuesto, a comprender conceptos financieros como la TAE o a valorar la posibilidad de endeudarte a largo plazo de una manera sostenible. Si estás en la etapa de pensar en la jubilación, la formación en finanzas te facilitará herramientas para gestionar tu patrimonio en esta fase.

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