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Crecer en el mundo del emprendimiento y el ámbito empresarial implica una potente labor de formación, mucha dedicación y sobre todo tejer alianzas con otros profesionales en el camino. Dicen los poetas y artistas que la inspiración tiene que llegar trabajando, en un claro ejemplo de que no hay nada más valioso que la constancia y el esfuerzo para alcanzar los logros diseñados en el camino.
Cuando se alcanzan esos objetivos, y en este caso hablamos de lograr puestos de alta dirección en empresas, hay quien puede apoyarse en la suerte, pero la realidad es que lo que se oculta bajo esa falsa idea de fortuna es mucho trabajo y consejos como los que os detallamos a continuación.
La primera recomendación para posicionarse como un perfil atractivo de cara a las empresas es estudiar programas avanzados en una Business School. Las escuelas de negocios no sólo son atractivas por la propia formación que ofrecen, sino porque son un escenario en el que se pueden tejer muchas redes de contacto, el conocido networking en el que profundizaremos más adelante y que se convierte en una oportunidad para reciclarse y definir una estrategia para alcanzar los objetivos de crecimiento profesional.
Todas las grandes empresas, cuando están en procesos activos de empleo, valoran muy positivamente que los candidatos tengan una formación especializada en gestión empresarial, es decir que dominen los principios relacionados con la organización, diseño y ejecución de planes así como el análisis de las actividades comerciales. A su vez, estos centros de educación en el área de negocios o Business School cuentan con estudios especializados del tipo MBA o Master en Administración de Empresas que se posicionan como el mejor método y ensayo de cara a potenciar la actividad profesional como directivos.
Los MBA se diseñan especialmente para alumnos que quieren iniciarse en la aventura empresarial, pero también es habitual encontrar en estos espacios educativos a profesionales ya en activo de grandes empresas con cierta trayectoria, que acuden a desarrollar una amplia comprensión de las empresas y de áreas específicas como finanzas, recursos humanos, estrategia y marketing, entre otros.
Por tanto, realizar un ejercicio de análisis personal en cuanto a competencias que se poseen y las que se necesitan desarrollar para lograr los objetivos profesionales marcados, es el primer paso para decidir qué tipo de conocimiento teórico-práctico y habilidades son necesarias adquirir.
La segunda recomendación, que hila muy bien con el tercero y funciona a modo de transición entre la formación y la experiencia es profundizar en ese sector empresarial, es decir, conocer de primera mano el funcionamiento de las áreas que componen un negocio. ¿Cómo se consigue eso? Pues con mucha constancia, dedicación, con pasión por el objetivo que se quiere alcanzar y acudiendo a fuentes de conocimiento. Ejercer de forma eficiente las relaciones públicas para aprovechar oportunidades, saber moverse por los mercados, buscar formas de financiación, potenciar la rentabilidad o desarrollar dotes de liderazgo, son algunas de las competencias y aprendizaje necesarios para hacer crecer un negocio, y, por tanto, para llegar a dominar el conocimiento y técnicas actuales del mundo empresarial.
En un escenario como el actual donde el acceso a la información es más sencillo que nunca, profundizar en un determinado sector empresarial es también una cuestión de deseo personal, pero que lleva aparejado constancia y esfuerzo. A través de internet se puede tener acceso a programas MBA o Master of Business Administration, comunicarse con las empresas, aprender de manera individual e incluso ir tejiendo una pequeña red de contactos.
Todo lo anterior sirve para este tercer punto por demás recomendable. Es quizás la respuesta más evidente, ¿cómo formarse para ser un buen directivo? Pues a través de la experiencia. Se dice habitualmente que el éxito en el ámbito empresarial bebe mucho de los fracasos. Pero esta experiencia debe ir unida al conocimiento y entendimiento profundo de los elementos centrales que entran en juego en la dirección de negocios para superar los desafíos y minimizar el impacto de los reveses o situaciones adversas que seguramente aparecen en el camino.
Esta idea, que puede resultar muy motivadora, tiene también sus puntos débiles, pues el fracaso a la hora de emprender implica ir obteniendo una mente cada vez más conservadora. En este sentido, hay mucha gente que prefiere tener los pies en la tierra y conservar lo que tiene que dejarse cautivar por cantos de sirena. Pero, en la conformidad no está el pasaporte hacia el éxito profesional. Actitudes como el coraje, el entusiasmo y el esfuerzo son elementos básicos a trabajar para eliminar o al menos disminuir, el miedo al fracaso.
La experiencia es un cúmulo de todas esas situaciones positivas y negativas, son parte de un proceso en el que había que tomar una decisión que podían suponer poner en riesgo las inversiones o el crecimiento de un proyecto dependía de una excelente gestión. La experiencia en el mundo de los negocios, por tanto, aporta información de valor sobre las tendencias y situación de los mercados que resultan ser un activo y ventaja extraordinaria para lograr el éxito profesional.
Con todo este bagaje, las personas que se mueven en el ámbito de la gestión o dirección de empresas de diferentes tamaños y sectores van ganando en conocimientos y capacidades. Esto les permite asumir posiciones de mayor responsabilidad y enfrentarse a la gestión de proyectos de gran envergadura, complejos y en muchos casos de riesgo evidente.
Las empresas, en su departamento de recursos humanos, valoran muy positivamente aquellos perfiles que han asumido responsabilidades en sus anteriores tareas profesionales. No es tan importante llegar hasta el éxito, que también lo es, sino tener capacidad de gestionar y asumir responsabilidades dentro de un proyecto empresarial, pues eso indica capacidad de liderazgo y tener un perfil multidisciplinar.
Asumir la dirección de un proyecto exige creatividad, innovación y una sólida estrategia de ejecución, sin olvidar el dominio, por ejemplo, de los principios y técnicas básicas de gestión financiera para evaluar la viabilidad y la salud a nivel económico del proyecto. La combinación de estos aspectos permite tomar decisiones firmes, oportunas e informadas, resolver problemas o priorizar recursos a través de un enfoque donde prima el análisis, la coherencia y la rentabilidad.
Finalmente, todo este proceso guarda mucha relación con el networking, es decir, la habilidad de rodearse de otros profesionales que puedan recomendar y de los que sirvan de ejemplo e inspiración para crecer profesional, empresarial y personalmente. También permite el acceso a conocer proyectos o ideas de negocio innovadores que resulten interesantes. Para completar esta dinámica de construcción de una sólida red de contactos, también se recomienda, asistir a eventos de netwoking, conferencias y otro tipo de eventos en los que los principales actores del tejido empresarial se reúnen para intercambiar experiencias, criterios y nuevas formas de hacer negocios.
Aprovechar todas las ocasiones donde se puedan establecer contactos, es una estrategia estupenda para obtener información sobre experiencias de éxito y fracaso en proyectos de emprendimiento, intercambiar ideas o realizar asociaciones comerciales y/o de inversión.
Las escuelas de negocios son un buen lugar, quizás el mejor, para comenzar a trabajar esas redes de contacto. Pero si no existe un plan de formación empresarial sólida, un interés por crecer y mejorar como profesional y el deseo de desarrollar capacidades de gestión, el networking va a resultar insuficiente para el logro de los objetivos profesionales.
Tomar la decisión firme y proactiva de aprender y crecer en las diferentes áreas relacionadas con el mundo de las empresas y negocios, es indispensable para obtener las últimas herramientas para enfrentar los retos, aprovechar las oportunidades que se crucen en nuestro camino y, en última instancia, planificar de forma estratégica una carrera profesional orientada al logro de un puesto de alta dirección.
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