Con motivo de su décimo aniversario, Linke ha hecho un repaso de los principales avances en cloud computing, que le han convertido en esencial en las estrategias de transformación digital de las empresas
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La emergencia sanitaria provocada por el coronavirus ha tenido un gran impacto social y económico que, en el sector tecnológico, se traducirá en una caída del gasto del 8% dejando la cifra en 3,4 billones de dólares en 2020, según Gartner.
Sin embargo, habrá partidas que se salven como, por ejemplo, las destinadas a transformación digital que, según IDC, crecerán un 10% hasta situarse en 1,3 billones de dólares. Y, dentro de este grupo de tecnologías, está la infraestructura y las plataformas en la nube que seguirá creciendo, como ya lo hizo durante la pandemia.
El modelo de informática en la nube ha alcanzado su plena consolidación, abriéndose paso entre la gran variedad de tecnologías que permiten agilizar la puesta en marcha de modelos digitales. Coincidiendo con su décimo aniversario, Linke, empresa española especializada en servicios en la nube, ha seleccionado los hitos que han hecho posible que hoy se pueda hablar de cloud como habilitadora de la digitalización, desde su germen en el siglo pasado a hoy.
John McCarthy, informático de profesión que ya en 1971 recibiría el Premio Turing por su contribución en el campo de la inteligencia artificial, es el que empieza a hablar del concepto de cloud computing, aunque le llamó ‘utility computing’, para predecir cómo la tecnología se ofrecería a innumerables usuarios a un precio razonable.
Dos años después de que McCarthy hablase de ‘utility computing’, en 1963, Joseph Carl Robnett Licklider, esbozaba en un memorando su visión de una red de ordenadores mundial que llevó a ARPANET, red de intercambio precursora de la Internet actual.
Desde el Laboratorio Europeo de Física de Partículas (el CERN), el científico británico Tim Berners-Lee se convertía en noviembre de 1989 en el padre de la red Internet, tal y como la conocemos hoy, al establecer la primera conexión entre un cliente y un servidor empleando el protocolo HTTP.
Fue en la década siguiente cuando Internet se popularizó y comenzó a cambiar la forma en la que personas y empresas nos relacionamos, interactuamos y trabajamos, hasta hoy que casi el 60% de la población mundial está conectada y la tendencia es avanzar hacia una sociedad y una economía totalmente digitalizadas.
En los años 90, para poder aprovechar Internet en entornos corporativos, van surgiendo otros tipos de redes como las WAN, LAN, Intranets, Extranets o las VPN, que son redes privadas dentro de una red pública (Internet), que ofrecen más garantías de seguridad para los datos y, al mismo tiempo, los equipos informáticos daban saltos de gigante en sistemas operativos, capacidad de cálculo, potencia y rendimiento, conectividad y portabilidad.
La combinación de estos avances da pie a que surjan nuevas formas de consumo informático, y así llegamos al modelo ASP (de provisión de servicios de aplicaciones) que, aunque tenía limitaciones, facilitaba el uso del software como servicio, todavía hoy vigente tras una evolución y claro antecesor de otros modelos cloud. Por ejemplo, en 1999 se creó Salesforce.com, que ofrecía aplicaciones de negocio en modelo de servicio bajo demanda.
Una sociedad más móvil y siempre conectada a través de las redes y una economía más global son el punto de partida para ofrecer más servicios digitales, en todo momento y lugar, independientemente de dónde se encuentre el usuario, cliente o consumidor.
Para hacerlo, las empresas comienzan a poner en marcha estrategias de transformación digital para responder con flexibilidad y agilidad a los cambios del mercado, habilitar servicios con mayor rapidez y activar nuevos modelos de negocio.
La firma de inteligencia de mercados IDC habla por primera vez en 2007 de la “Tercera Plataforma”, que aglutina una serie de tendencias que son el pilar de esa evolución digital: la movilidad, las redes sociales, big data y las capacidades analíticas, y cloud computing. El resto de consultoras de análisis también identifican estas tecnologías como claves para la digitalización.
En 2002, Amazon sacó al mercado AWS (Amazon Web Services), una plataforma que ofrecía almacenamiento y recursos de computación en la nube. La misma empresa en 2016 presentaba EC2 (Elastic Compute Cloud), servicio con el que ofrecía la posibilidad de alquilar servidores para la ejecución de aplicaciones. Nacía la primera plataforma de cloud pública, que hoy lidera el mercado, y más tarde surgieron Google Cloud Platform, Microsoft Azure y la versión china de estas iniciativas, Alibaba Cloud Computing.
También marcó el desarrollo de cloud que Microsoft y Google ofreciesen sus aplicaciones de productividad bajo este modelo.
En 2008, nace Eucalyptus, la primera plataforma de código abierto AWS API que permite la creación de sistemas en la nube compatibles con los servicios web de AWS. Eso facilitó el despliegue de cloud privadas. También fue importante OpenNebula, el primer software de código abierto para desplegar nubes privadas e híbridas.
Tras años de trabajo, el Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST, en sus siglas inglesas) habla de tres modelos de servicios: Infraestructura (IaaS), Plataforma (PaaS), Software (SaaS).
Esta clasificación sirvió de base para ampliar estas categorías iniciándose la evolución hacia XaaS (todo como servicio), y ya se habla de red como servicio (NaaS), contenedores como servicio (Caas), etc.
Grandes proveedores tradicionales, como SAP, apuestan por cloud, y firman acuerdos con diferentes plataformas: el soporte en AWS llega en 2012; en Azure y en Google Cloud Platform, ambos en 2014. También ha llegado a acuerdos con proveedores que tienen su propia nube como IBM y tiene la suya propia: SAP HEC.
Ya en el segundo trimestre de 2018, los ingresos por infraestructura cloud y por TI tradicional estaban ya muy parejos y fue en el siguiente cuando se produjo el hito: por primera vez, la facturación generada en el entorno cloud ha sido superior a la registrada por instalaciones on-premise. La tendencia es que el gasto en infraestructura en la nube crezca a mayor ritmo.
La promesa de escalabilidad, agilidad y modelo de coste flexible es atractiva en tiempos de crecimiento, pero también tiene que servir para que las empresas puedan ajustar sus recursos en momentos de crisis, y así lo ha hecho. Aquellas empresas que ya habían iniciado su viaje a la nube, han podido reducir los costes de infraestructura y adaptarla a sus nuevas necesidades.
Además, ha permitido a muchas compañías adaptarse a la nueva forma de trabajo que impone la pandemia para mantener las operaciones de negocio, poniendo en marcha, en cuestión de horas, escritorios remotos, VPNs y sistemas de videoconferencia, o acelerando el despliegue de call centers virtuales.
Según Chabier Sanvicente, CEO de Linke, cloud ha experimentado una evolución sólida que le ha permitido afianzarse como modelo informático. “Cuando fundamos Linke, proveníamos del mundo SAP y creíamos que podíamos aportar valor en este entorno si lo combinábamos con cloud, entonces incipiente, porque iba a cambiar el paradigma de cómo se consume la tecnología”.
En opinión del directivo, “la historia de Linke va pareja a la consolidación de la nube como modelo, y nuestra intención para los próximos diez años es seguir desarrollando una empresa rentable, sostenible y cada vez más internacional, capaz de ofrecer un alto valor en proyectos tecnológicos críticos para las organizaciones, pero sin perder nuestras cualidades como, por ejemplo, una cultura muy centrada en la innovación y las personas”.
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