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Un cambio de paradigma se produce cuando el sistema existente cesa y da paso a uno basado en un nuevo set de reglas. No es que cambie la partida, cambian las reglas del juego.
Desde el advenimiento de las nuevas tecnologías muchos sectores se han visto afectados por un cambio de paradigma. Primero fue el entretenimiento. Internet no solo trajo un nuevo formato - del vinilo al CD- sino una transformación del uso, del consumo y del modelo de negocio. Se pasó de pagar música a solo usarla, de comprar DVDs consumir Netflix. Un cambio tecnológico que afectó a la raíz del consumo, que a su vez creó un cambio en cómo se crearía el propio contenido para responder a nuevo tipo de demanda.
En la banca empieza ocurrir algo parecido, ahora. La banca online no supuso como tal un cambio de paradigma. Fue un mero cambio de servicio: la banca self-service, algo importante pero no paradigmático. El cambio de paradigma se dio cuando las mismas operaciones bancarias empezaron a ser ultra seguras, inmediatas y completamente automatizadas con blockchain. Esta tecnología cambiaría cómo los bancos operan de forma intrínseca, porque el nuevo negocio daría lugar a nuevos productos, mercados o tipos de consumo.
En RRHH la digitalización de las ofertas (del periódico a los portales de empleo) o la creación de software de gestión de "aplicantes" (ATSs) no supuso un cambio de paradigma. Las reglas eran las mismas y simplemente se transformaba el sistema de gestión de información ya existente.
Pero un gran cambio se aproximaba. Hasta ahora, el proceso de selección se basó en intuición humana ayudada de tecnología. El cambio de paradigma fue precisamente ese: ahora el reclutamiento se fundamentaría en tecnología ayudada de intuición humana.
Y sí, se sustentará en tecnologías como el Machine Learning, los algoritmos y la IA. Pero el autentico cambio de paradigma no será la tecnología (ésta solo lo posibilita), sino el efecto que creará, ya que cambiará la forma de contratación y retención del talento. De una forma intuitiva a una matemática.
Este cambio de paradigma será cada vez más notorio en tanto en cuanto las nuevas generaciones se incorporen al mercado laboral, y las empresas tengan más problemas para encontrar el talento que necesiten entre una marea de personas. O para retener al talento que ya tienen en sus organizaciones, entre una competencia salvaje por el mismo.
Todas las compañías utilizarán tecnología para resolver el problema. Pero las empresas se diferenciarán mucho por cómo acepten y se adapten a este cambio paradigmático. No se trata de entender lo que la nueva herramienta te permite hacer, sino lo que esas nuevas posibilidades implican.
Es un cambio de mentalidad derivado de un cambio tecnológico. Es entender que un coche no es simplemente un carro sin caballos, o que un vehículo autónomo, no es simplemente un transporte sin conductor.
Esta gran transformación vendrá de la existencia de otros “menores”. El primero se dará en la información que ahora podremos manejar ya que contaremos con un océano de información de cada candidato, no un mero folio con algunos detalles sobre un desconocido. El segundo será la digitalización de TODA la información relativa al proceso y contratación. Los CVs se convertirán en perfiles digitales (con múltiples dimensiones), las ofertas se digitalizarán (las de todas las empresas), la identidad corporativa de las empresas se transformará, su historial de contratación será digital y sus preferencias pasarán a ser medibles. El tercero es que tendremos tecnología que podrá entender esta información, ponerla en contexto y relacionarla. Es decir, encontrar patrones, predecir tendencias y, por ende, anticipar resultados.
Debemos empezar a ver que los “contratadores” estarán en mejor disposición que nunca para hallar los patrones comunes de los candidatos que más interesen: qué buscan, cómo contratarlos y qué impacto tendrán en las organizaciones.
Y ante este reto, ¿qué podremos hacer? Entender que aquel que espere, perderá, y aquel que se mueva, ganará. Aprendamos de los errores de otras industrias y no nos resistamos al cambio, sino abracémoslo. No serán las herramientas las que nos conviertan en artistas, sino nuestra sabiduría a la hora de manejarlas.
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