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La discapacidad como circunstancia no tendría más importancia si no fuera porque, todavía hoy en el siglo XXI, no está resuelta su problemática. Las Personas con Discapacidad (en adelante PCD, denominación comúnmente utilizada después de haber sido consensuada tras la aprobación de la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de Naciones Unidas de 2006), estamos pasando todavía la travesía hacia la inclusión y normalización social.
Pido perdón por la autocita, pero en el libro que escribí(Perdone que no me levante) sobre la incorporación de las PCD a la sociedad y su problemática pendiente, me dirigía a dos grupos de personas para tratar de allanar ese camino.
En primer lugar, a las propias PCD para que asuman su situación, confíen en sus posibilidades, sacando el máximo provecho y rendimiento de las muchas capacidades residuales que todos tenemos.
Dado que la silla de ruedas es el símbolo de la discapacidad, en la época en la que trabajé en el Hospital Nacional de Parapléjicos de TOLEDO poniendo en marcha un proyecto de rehabilitación social, improvisé una frase que, a mi juicio, resumía todo un proceso de rehabilitación y que era la repuesta para cuando los recién accidentados se atreven a hacer la pregunta: ¿crees que esto tiene solución? A lo que respondía, “si, cuando saques la silla de la cabeza y la pongas debajo del culo”. Es decir, tratar de asumir las condiciones que cada uno tiene para saber hasta dónde se puede llegar y, por supuesto, esforzarse en llegar a lo más alto y más lejos. Esto simbólicamente para cualquier patología que discapacite.
En segundo lugar, al resto de la sociedad, que como es muy humano, ante lo desconocido opta por pasar de largo ante problemas que no le afectan, por tanto, no se Involucran.
Mucha gente ante una situación desconocida, se bloquea, no sabe cómo actuar y ni se atreve a preguntar. Cuando ven una persona en silla de ruedas y se plantean: Le ayudaría, pero… y ¿si se molesta?. Pues no se lo ofreceré. ¡Ah! ¿Y si lo necesita?. Pues señores, ante esto, naturalidad, como la que tienen los niños. Se pregunta y se sale de dudas o se muestra tu disponibilidad y que uno lo pida.
Pues bien, todo esto es lo que he tratado de reflejar en mi manual de instrucciones para afrontar la discapacidad (lo de libro me parece muy pretencioso) y desde luego visto todo ello a través del prisma del humor.
La solución a los problemas de las PCD, tras muchos años de un desarrollo en progresión aritmética, en los últimos 25 años se ha convertido en una progresión geométrica. Desde finales de los años 80 se ha evolucionado considerablemente y a un ritmo constante, pero se partía de tan atrás que todavía queda mucho por hacer para lograr esa meta que es la inclusión social en igualdad de condiciones al resto de ciudadanos. Sabemos que el reconocimiento de esa condición de ciudadanía en igualdad de derechos que el resto, está conseguida . Lo que queda pendiente es el acceso al uso y disfrute de esos derechos, todavía resulta harto difícil homologarse a los demás ciudadanos. Es cierto que se va por el buen camino, pero queda todavía mucha distancia para llegar a la meta deseada.
En este sentido cabe destacar la función de organizaciones como la Fundación para la Diversidad que consciente de la situación no ha dudado en apostar por la diversidad, como dice su propio nombre. Diversidad que estamos convencidos no solo es útil,sino que puede enriquecer un proyecto.
Hay una frase muy descriptiva que me gusta utilizar pues hace pensar y ayuda a relativizar situaciones y es que: “nadie vale para todo, y todos valen para algo”. Por supuesto, en todos los ámbitos. Pero en el caso de las PCD y en campo laboral, cobra especial relevancia. Aunque el trabajo no es el objeto de estas líneas, si quiero aludir a él en cuanto a que a través de una actividad laboral se simplifica y se consigue con mayor prontitud esa incorporación social de las PCD por cuanto estas consiguen su independencia económica y el hábito a desenvolverse en el entramado social superando dificultades y barreras, al tiempo que la sociedad se familiariza con ellos y acaba asumiéndolos sin estereotipos ni prejuicios. Es en el trabajo donde la frase antes aludida cobra especial relevancia.
Entre todos, PCD, sociedad y organizaciones como la Fundación para la Diversidad estamos en el camino de conseguir la inclusión.
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