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Las empresas están evolucionando a modelos de trabajo y organización impensables. Para muchos directivos, desde hace muy pocos años. Por ende, los lugares de trabajo han dejado de ser fijos, no solo dentro de las propias oficinas con las políticas de 'Open Space', sino que, hasta las oficinas se han instalado en los domicilios de los trabajadores. Este nuevo paradigma, acelerado por la pandemia, sin duda, ha venido para quedarse.
Debemos aprender a sacar el mayor partido a este escenario, tal y como se ha hecho en tantas otras áreas de las empresas. Cabe destacar cómo la formación supo crear el concepto de 'Blended Learning' con lo mejor del E-Learning y la formación presencial.
En cuanto a cómo se organizan los procesos productivos, está evolucionando también a múltiples modelos de contratación, así como a evolucionar el outsourcing, lo que conlleva la convivencia de trabajadores propios con otros externos dentro de los procesos de las compañías.
Un ejemplo claro es el ''Outsourcing del Workplace'', el cual ofrece lo mejor de ambos conceptos: los beneficios de la externalización junto a las nuevas formas de prestar servicios a los empleados y clientes desde un workplace ''más líquido''.
En este sentido, la tendencia es clara a llevar al modelo de outsourcing el concepto de workplace, como servicio especializado y autónomo, y los servicios que se prestan desde el lugar de trabajo, con independencia de cómo o dónde se realice el mismo.
Así, servicios como los de atención a visitas, gestión de salas, servicio de paquetería interno, tareas administrativas, etc. son susceptibles de prestarse externamente, dado que genera enormes ventajas por el conocimiento detallado de las funciones a desempeñar y, sobre todo, por la especialidad de los proveedores de estos servicios en los procesos de recursos humanos con un alto componente digital y tecnológico.
Nos encaminamos a modelos muy flexibles, que exigen al outsourcing servicios adaptados a la estacionalidad de cada negocio y orientados a la mejora continua, a la revisión y puesta al día continua en los procesos y su optimización, con una orientación clara al resultado. La medición de KPIs se hace, pues, clave para la toma de decisiones.
Ahondando en el concepto de Outsourcing del Workplace, encontramos la gestión integral e innovadora de la imagen corporativa de los entornos de trabajo, ya no solo físicos, sino también virtuales y de todos los procesos on-line. Se rompen las barreras físicas para trabajar en nuevos soportes de gestión de las necesidades de los espacios físicos y de aquellas tareas administrativas que distraen a los empleados clave de su trabajo de valor añadido.
Así surgen en el outsourcing conceptos tales como los de ''pool administrativo'' que dan soporte a varias áreas de la compañía y balancean las cargas de trabajo de los distintos departamentos, equipos externos que pueden o no trabajar en casa del cliente y que dan servicio a los empleados estén o no trabajando desde la oficina física. Esta visión integral de la compañía libera a la organización de tareas repetitivas y no ''core'' de los empleados y permite retener el talento de los empleados al diseñar puestos de trabajo ''más atractivos'' y de alto valor añadido.
En este sentido, el desarrollo digital y tecnológico es imprescindible, generando eficiencias en esas tareas que, por no ser estratégicas, nadie vela por optimizar y, sin embargo, son los grandes ladrones de tiempo de los empleados y son tareas que generan desmotivación en su ejecución. El outsourcing, permite pues tener trabajadores cualificados en tareas cualificadas y dejar a los proveedores aquellas tareas que, si bien son necesarias, no forman parte de la cadena de valor a mercado.
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