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La presente situación, #COVID-19, nos ha hecho despertar como a aquel púgil en estado de KO que le vierten un cubo de agua fría sobre el rostro. Estábamos adormecidos, como especie y como sociedad y por ende, como individuos. Salvando las raras excepciones que llevan, años, décadas, avisando y que demuestran la validez del refrán “la excepción confirma la regla” Tan adormecidos que hemos estado hablando, difundiendo, enseñando a los demás a salir de su campo de confort, cuando todos estábamos en nuestra propia esfera global de confort.
Has pasado tres meses desde que empezamos a contemplar con estupidez humana el tsunami que se nos venía encima y, un mes desde que la estupidez se convirtió en estupor, en profundo estupor. En estos momentos, cuando todavía no ha pasado el ojo del huracán deberíamos empezar por sacar aprendizajes, y digo bien, aprendizajes, ni conclusiones ni culpables, sólo aprendizajes.
Encuentro, como en las tablas de la ley de Moisés, 10 aprendizajes que bien podrían convertirse en los 10 mandamientos del liderazgo:
Y para, presuntuosamente, lo admito arrogarme el hecho bíblico podría resumir estos 10 mandamientos en 2 fundamentales:
Cuando el ojo del huracán pase, y calma vaya volviendo a nuestras vidas volveremos a la vorágine de la reconstrucción, o de la construcción de una sociedad que no será la misma. El que sea mejor o peor sólo dependerá de nuestros líderes. Dependerá de la clase de líder que tú quieras ser.
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