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Hace unos días, una colaboradora a la que respeto especialmente, tanto profesional como personalmente, me recordaba unas palabras de Voltaire “la política es el camino para que los hombres sin principios puedan dirigir a los hombres sin memoria” Cuando no somos capaces de sacar aprendizajes de las situaciones que nos toca enfrentar, tenemos muchas papeletas para olvidarlas.  De ahí la necesidad de sacar conclusiones, tanto de lo que consideramos bueno, como de lo que no nos gustaría haber vivido.

Hoy quiero desarrollar la importancia de los tres primeros mandamientos que se publicaron hace unos días en una anterior publicación. El orden no indica importancia, pues todos son puntos de aprendizaje sobre la situación histórica que está viviendo el mundo en este inolvidable año 2020 de la era cristiana.

Primer mandamiento: Se pragmático. No dejes que la ideología invada tus acciones

Toda acción tendrá siempre una reacción. Si con las acciones que realizas pones únicamente el foco en las ventajas y beneficios que ves, sin atender a las que otros ven, empieza a pensar que estas actuando bajo tu propia ideología y la de nadie más.  En consecuencia, te estás perdiendo un porcentaje de posibilidades enorme y, por ello la posibilidad de que las decisiones que tomes sean realmente eficientes. Toda decisión impacta en el uso de los recursos disponibles. Serán los resultados que se consigan, con la aplicación que se haga de esos recursos disponibles, los que marcarán la diferencia entre la eficiencia o no eficiencia, el éxito o el fracaso. El pragmatismo significa realismo profundo de los medios con los que cuentas, el análisis previo de la situación, ordenar y planificar el posible uso de esos recursos y, finalmente, tomar la decisión sobre la aplicación de estos. Perseguir un resultado sin realizar ese análisis previo conduce a la toma de decisiones por intuición y por ende ideológicas. Cuando mayor sea el reto que haya que enfrentar más profundo deberá ser en análisis y la planificación. Pragmatismo significa basar tus decisiones en realidades tangibles, no en deseos, por muy justos que estos sean.

Segundo mandamiento. Lidera en función de la situación, si no sabes deja a otro u otros

Hace más de 50 años que Kenneth Blanchard y Paul Hersey nos enseñaron que para liderar a otros, por ejemplo, un país o una organización, hay que adaptarse a sus características y a las circunstancias en las que hay que desarrollar la acción. Muchos cientos de años antes de Blanchard el senado de la antigua roma nombraba a ciudadanos capaces para afrontar las situaciones críticas. Cada reto entraña circunstancias diferentes y, por tanto, hay que aproximarse a él con conductas y acciones diferentes. El líder más eficaz es aquel que es capaz de acumular multiplicidad de formas de actuación. Cuando se lidera por inercia, en circunstancias similares año a año, como ocurre por ejemplo con los políticos durante los últimos 40 años, es fácil no percibir que no se tienen las habilidades para enfrentar situaciones excepcionales, en consecuencia, el líder deja de tener tal consideración. Los líderes políticos de la transición española dejaron de serlo en un país próspero y acomodado, los que vivieron los ataques terroristas del 2004 dejaron de serlo en un país asustado, los que vivieron la crisis financiera del 2008 dejaron de serlo en un país endeudado y, todos ellos dejaron de serlo porque no supieron responder a la situación, no supieron rodearse de las personas que si eran capaces. Liderazgo no es dirigir, es ser capaz de responder a las situaciones que hay que enfrentar.

Tercer mandamiento: Liderar es colaborar, no excluir, lo público y lo privado se necesitan

Puede parecer muy ventajista hablar aquí de lo público y lo privado, pero en términos de liderazgo podemos asemejarlo al impacto que tienen otras muchas actividades empresariales en el sector público o como este, complementa al sector privado (sanidad, pensiones, educación, transportes, energía, telecomunicaciones y un largo etcétera) La colaboración a niveles macro muestra el camino de los niveles micro, de lo general a lo particular manda el proceso racional.  Si dos formas de ver el mundo se excluyen entre sí, solo tenderán a buscar la eliminación la una de la otra. Si dos formas de ver el mundo buscan la colaboración, a lo mejor hay suerte y, se consigue algo nuevo y a la postre beneficioso.  El liderazgo reside en esa dificultad, en cómo aunar ideas, concepciones y mentalidades diferentes en busca de un mismo fin, la mejora del bienestar de la población, el crecimiento de una organización empresarial o gubernamental o simplemente conseguir sacar adelante un proyecto de cualquier clase.  Siguiendo el segundo mandamiento, el liderazgo debe ser situacional, existiendo eventos que deben ser liderados con energía y mano firme, y será muy probablemente la única forma de ser eficiente, pero este liderazgo que impone criterios a los liderados tiene consecuencias dramáticas para el compromiso y la confianza, con lo que se ve en la obligación de “reparar” y volver a la senda del compartir y colaborar. La colaboración es la esencia de la especie humana, no hubiéramos llegado a ser lo que somos sin colaborar, de hecho, nos siguen sorprendiendo los grupos de mamíferos que colaboran entre ellos, porque no somos los únicos en el planeta que colaboran.  La colaboración significa la aceptación de diferentes puntos de vista en la búsqueda de la solución más eficiente o alcanzable. Aunar esa voluntad es la misión principal del líder. Aquel que no aprovecha todos los recursos a su alcance no es un líder, ni un gerente, es simplemente un tonto.

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