El COVID-19 impulsa las insolvencias empresariales
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Antes de que estallara la crisis de la COVID-19, Euler Hermes ya preveía un aumento de las insolvencias comerciales mundiales por cuarto año consecutivo en 2020, como resultado de un ritmo moderado de crecimiento económico y de los efectos rezagados de las disputas comerciales, las incertidumbres políticas y las tensiones sociales, así y como de una prolongada discrepancia entre los sectores manufacturero y de servicios. Después, la COVID-19 golpeó la economía mundial como un meteorito: este choque repentino de proporciones históricas tendrá efectos duraderos, empeorando las perspectivas de insolvencias empresariales hasta la primera mitad de 2021.
La brusquedad de este shock es crítica para las empresas que ya eran frágiles antes de la crisis, especialmente en los sectores más afectados (transporte, automoción, comercio minorista no esencial, hoteles y restaurantes), pero la dimensión de la pandemia ha hecho que todas las demás empresas también sean frágiles. Solo se ve una mayor capacidad de resiliencia en algunos sectores específicos, como el farmacéutico o los servicios de IT. Al mismo tiempo, salir de los confinamientos está sumando más presión sobre la liquidez de las empresas, ya que el reinicio de la actividad viene con un aumento en el requerimiento de capital circulante.
Sin embargo, identificamos tres factores que retrasarán el número de insolvencias provocadas por la COVID-19, y que harán que la mayor parte se registre entre finales de 2020 y el primer semestre de 2021:
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