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Hace ya algunos años que las criptomonedas aparecieron en el mercado, revolucionando el sector bancario y obligándonos a replantearnos el sistema económico a nivel mundial. Poco a poco se ha ido viendo que buena parte del valor de los Bitcoin, Ethereum y demás reside en la propia estructura de la cadena de bloques (blockchain): una estructura que permite eliminar intermediarios y verificar, de forma prácticamente irrefutable, cualquier dato o transacción que se llevara a cabo en sus bloques.
Desde entonces, blockchain se ha convertido en una de las palabras mágicas de la innovación, como si fuese la solución a cualquier problema. Sin embargo, según advierte Miguel Urrecha, director de Igeneris, “la aplicación de blockchain en las empresas está, en muchos casos, sobredimensionada, ya que, para según qué tipo de comercio, bastaría con aplicar una base de datos estándar”.
No obstante, algunas aplicaciones de blockchain sí que merecen nuestra atención, como es el caso del sector de la moda. Algunas empresas como LVMH han empezado a explorar las aplicaciones de la cadena de bloques en su modelo de negocio. En este caso, Urrecha cree que el blockchain tiene una utilidad práctica muy interesante y está más que justificado, ya que puede ayudar a evitar las falsificaciones e imitaciones y, al mismo tiempo, aumentar la rentabilidad de las marcas.
El sector textil está experimentando una evolución acelerada, casi una cuarta revolución industrial, en gran parte motivada por las nuevas plataformas de compra y por las redes sociales, que propician el see now, buy now casi sin esperas y sin intermediarios. Y es ahí donde el blockchain entra en juego para aportar un valor diferencial.
Según Urrecha, “en un momento de cambio radical, tanto en el modelo de negocio como en la celeridad con la que ocurren los acontecimientos, esta tecnología viene a aportar soluciones a problemas tan comunes en el sector de la moda -sobre todo la de lujo-, como las falsificaciones o las estafas en cuanto a la procedencia de los artículos y/o materia prima”.
La trazabilidad de los productos en toda la cadena de suministro y el registro de cada transacción realizada desde el origen de la prenda hasta su venta final (medidas de seguridad que sí ofrece blockchain), suponen para la industria textil una solución redonda al problema de los artículos de imitación. ¿Por qué? Porque blockchain no permite la manipulación de los datos y esto es una garantía de valor tanto para el fabricante como para el consumidor final.
Además de evitar el fraude con las nuevas colecciones, la aplicación de blockchain al sector del lujo puede ser especialmente interesante a largo plazo. En muchos casos, la moda se revaloriza con el tiempo, las piezas se convierten en verdaderas obras de arte y verificación de la autenticidad de productos vintage puede suponer un antes y un después en este caso.
Otra aplicación de la cadena de bloques en el mundo de la moda podría estar relacionado con garantizar la fiabilidad de la procedencia de los materiales, de manera que sería posible comprobar si la materia prima procede, por ejemplo, de una red de comercio justo, o si ha cumplido ciclos de reciclaje o reutilización (relacionado con los esfuerzos por impulsar la sostenibilidad).
Como decimos, blockchain ha llegado para quedarse, más allá de sus aplicaciones en las transacciones económicas, siempre y cuando su uso esté justificado.
En el caso de la moda, proteger a las marcas contra la imitación y evitar que las prendas falsificadas inunden el mercado, salvaguardar la imagen de las firmas o garantizar al cliente que realmente está comprando el artículo por el que está pagando, son solo algunas de las ventajas que, a día de hoy, blockchain puede ofrecer a las empresas del sector.
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